jueves, 29 de octubre de 2009

Salir

Se mezcla el humo con la coyuntura de la luna en creciente. No puedo evitar rezar. Sentir que tengo que salir a cruzar miradas. Dejar la lucidez de esta soledad para vivir. Dejar que la noche me maree, que me guiñe el ojo y sonría. Salir. Por eso estoy escribiendo en casa, para salir sin perderme.

Vuelvo a pensar en tí en los días que se acercan a esa fecha. En que no quiero verte más. Algo esta conjurando aunque no le sepa dar sentido. Quizás el resentimiento. Los recuerdos de cuando no quisiste ni siquiera darle un margen a mi locura. En aquel país de luz, en la ciudad sagrada del Ganges. Cuando necesitaba que me dieses la mano -no para drogarme y devolverme a este mundo- para mirarme y decirme que querías cambiar el mundo conmigo. Me cuesta odiarte, pero lo hago; a mi manera, que no parece odio pero te juro que lo es. Odiar el 23 que me persigue. Eliminar el día en que te conocí. Borrarte de mi vida sin dejar lo aprendido a pura fuerza.

Abrir bien la boca para poder abrir el alma. Soltar la cadena de mis ojos. Necesito querer como nunca lo hice. No es fácil aunque me consuele pensar que así será.

Entonces apareces y en mi imaginación pierdo el miedo para poder volver a enamorarme. Te odio un poco más al hacerte culpable de esa incapacidad. Y me repito que no quiero volver a verte. No quiero ser tu amigo. La verdad de los que no pueden dejar las cosas, de los que sufren en silencio y aparentan vivir libres. Anhelo ser otro más malo y al mismo tiempo a otro que piense mucho más en los demás.

En ese punto en que uno sabe que ha aprendido a vivir y necesita hacer algo por los demás para seguir viviendo. Para salir de esta cárcel que alterna barrotes propios y ajenos. Responsabilidad y culpa conviven y se abrazan en la oscuridad.

Llego el momento de hacer algo, no lo puedo demorar más, las cosas pasan cuando pasan y en el momento justo, fluido, sin forzar, sin empeños, pero llegan. Aunque a veces parezca que no lleguen nunca, te vas acercando sin remedio. Lo más jodido es que te acercas en prosa mundana y metido hasta el cuello.

7 comentarios:

Sergio dijo...

já. volveré.

Jose Zúñiga dijo...

Pierde toda esperanza: no, olvida la amagura. Es hora de hacer algo.

Nares Montero dijo...

Sé a lo que te refieres.
La fecha, las ganas, el odio.

Todo trae cosas buenas, es cuestión de mirar desde el ángulo adecuado... hace un año hubo casualidades entre tu y yo (aunque decidimos que no lo eran) y no es mucho pero es un pequeño motivo para celebrar.

Perdona tanto silencio.

Muchos besos rojos
N

Anónimo dijo...

no te quedes con el resentemiento...hay que apostar de nuevo, sin dudas!!
la amargura....amarga la sangre,te mereces otra cosa..

besossssssssssssssssss

María Jesús Siva dijo...

Las huellas nunca abandonan, se quedan grabadas. De nosotros depende que se hagan más fuertes, o no. Después de todo no fue tanto, sigues adelante, y un día, en el que no lo busques, la huella habrá perdido arraigo.
Besos.

kika... dijo...

Pero hasta el cuello. Nunca enterrado. Respira a poquitos. Pasa la fecha. Y ya sabes...
peor que el olvido
fue frenar las ganas
de verte otra vez
peor que el olvido
fue volverte a ver


http://www.youtube.com/watch?v=RN4lESHxMZQ

besos y magia,
K

RR dijo...

Chico me duele leerte así...no sé que decirte...