Soñando el porvenir

No será verano para la poesía. Este calor avecina y promete manos, ojos y complicidad. Se me disparan los pies del presente. Últimamente, no paro quieto. Ni pararé. Me convenía después de la hibernación. A veces los osos mudamos en otras bestias. La metamorfosis no es patrimonio solo de las mariposas.

Hoy me voy a caminar con mi chica favorita. Me encantó como lo dijo Michi: "Tu chica favorita". Sigue ahí, plantada en mi cabeza. Intento mantener esta barca a flote sin que su oleaje la pueda hacer varar. Sopla el viento muy fuerte. También sopla en las montañas.

Con los mismos años que me convierten en viejo. Con los mismos que me rejuvenecen y me dan más fuerza. De esa mezcla, me brota la ternura, el silencio y la serenidad. Estas ganas de tocarte y de mirarte a los ojos. Este ritmo de las canciones que ya no se hacen. Bossanova clásica, boleros y música italiana de los 60.

Este trovador ya no puede esperar nada, pero no puede evitar soñar. Nadie me puede arrebatar los sueños. Ni la contemplación del instante. Las raíces que nacieron en la planta de mis pies ni las que salen de mi cabeza hacia las estrellas. Todo lo que voy siendo y el lugar hacia el que me dirijo.

Este fin de semana, un gran maestro y meditador me dijo que estamos en el corredor de la muerte. Soy muy consciente. De ese chasquido de dedos que es este paso por tierra. Cuando solo tienes presente, y se escapa a veces más rápido de lo que intentas aferrar sin sentido. Solo tienes un camino. Solo puedes amar lo que no aferras. Así es la vida.

Vamos a caminar juntos un tiempo tú y yo. Sin más planes que el de andar. Sin tiempo ni futuro. Cogidos de la mano y mirándonos a los ojos -sin palabra- para no engañarnos. Con toda la vida que nos cabe en este cuerpo y en esta mochila. Con todo el momento por delante.