domingo, 20 de noviembre de 2011

Coger el timón

Algo está cambiando. Más allá de saber que todo cambia. Ha llegado el momento de tomar decisiones. Estuvo bien navegar estos últimos años con el velero. Dejarse llevar. Tener una novia en cada puerto y si no, buscarla. Esperar que pase algo. Primero tiene que pasar adentro. Así me lo planteé hace unos 5 años: si a los 40 no ha pasado nada habrá que empezar a moverse. No hay que seguir sentado hasta que algo me empuje. Hay que levantarse y andar decidiendo la dirección. Empieza la cuenta adelante.

Cambié los programa despertador por música clásica en el dial de la radio del baño. Meditar con regularidad no es lo mismo que ponerse la alarma del móvil a las 7 cada día. Dejé de fumar no es lo mismo que lo estoy dejando. Dejé de soñar como mero ejercicio. Dejé a todas mis amantes. Este dejarse ir que tanto me confortó acabó mutando en estancamiento. No es que ya no necesite esta paz, esta tranquilidad...las adoro...pero necesito otras cosas.

No es casualidad que los últimos tres libros que han caido en mis manos traten de escritores que escriben un libro. Escritores que corren maratones. Escritores que escriben para otro. Escritores que escriben después de una crisis. Las crisis -particulares y generales- siempre son pasto para el cambio. Escribir una novela también es una carrera de fondo. Todas hablan del proceso creativo, sus rutinas, rituales e inseguridades. Presentar a concursos y editoriales el primer poemario solo es cuestión de ponerse al trabajo fino. Empezaré por ahí.

No hace falta viajar lejos para aprender nada. Tampoco puedes estar toda la vida soñando con irte a otro lugar. El timón no tiene que hacerte callo, hay que seguir sintiendo el viento.

Hay que vivir.