Jaume, mi niño Bily y Kike el Coach. Testimonio gráfico de la cosecha: 1 oro, 1 plata y 2 bronces. Orgullo, mucho orgullo, trabajo, amistad y tremenda buena onda desde la salida del Prat hasta el regreso de Cluj-Napoca.
Cluj es una ciudad en el norte de Rumania, cerca de los Cárpatos y en la Transilvania repleta de bellas vampiresas. Ciertamente, lindas mujeres en ese rincón del mundo. Una ciudad y unas gentes que respiran amabilidad y tranquilidad. Pasado fraguando futuro, resurgir de una larga y dura dictadura, clase obrera, sin miseria y con buenos augurios. Como en todos los Opens, poco tiempo libre, solo pudimos dar una vuelta el domingo por la mañana. Mucha gente en misa con el traje de los domingos. Las mujeres con pañuelo en la cabeza. Otros tiempos para nosotros que desde una infructuosa nostalgia, enternecen y son un regalo al sentimiento extranjero de la máquina del tiempo.
Y triunfamos más que el repartidor de San Miguel. Mi niño Bily, lo más parecido que tengo a un hijo, en el buen camino. Verlo así ahora después de muchas batallas y movidas serias, me produce una gran satisfacción, un fino y muy sutil placer, bien parecido al que intuyo de un padre por un hijo, del padre que no acabó de tener y falleció hace unos años. Nos conocimos cuando Bily tenía 13 años. Y durante esos primeros años, momentos muy duros -mucho- bordeando varios abismos... y al final no todas las carnes son de cañón, algunas se salvan -es la palabra justa- a base de corazón y de fe. Hasta un día le arreé una hostia, de eso no estoy orgulloso, pero creo que le hizo bien y lo pedía a gritos. Es muy especial para mí. Va infinitamente más allá de lo deportivo. Ahora le estoy animando para que se saque el grado superior en integración. Lleva tres años en el CAR y con los puntos de Jordania y de Rumanía, ya se va a poner dentro de los 15 mejores del mundo, dentro de plaza directa para el mundial de 2010. Vamos a intentar encontrar financición para ir a los Opens de Brasil y Argentina en Noviembre. Y la próxima semana ya se va al Europeo de Génova (vaya curda me agarró el niño en dicha ciudad...). Allí celebramos mi cumpleaños y su mayoría de edad también juntos en Mar del Plata. Lo llevé de mi mano, antes de dimitir como seleccionador nacional, a su primer Europeo, también en Italia, en Jésolo.
Además, para rematar la cosecha de triunfos... el sábado se llevó a Anca, la niña más guapa, la que más le miraba -no sin competencia- mientras su coach y Jaume bailaban buen house en el Obsession, el club más fashion de Cluj, con Sorana y Despi. Que niña más linda Despi, la rubia entrenadora griega de Chios y ex-jugadora de la selección absoluta helénica. Muy buena onda. La pasamos muy bien y nos reímos mucho. Antes, en la cena de gala -bailes regionales incluidos-, la rubia Sylvia -que me sacaba la cabeza- me sacó a bailar mientras me decía comemé con esos pequeños ojos azules.
Un muy buen campeonato, de principio a fín, si señor. Esta tarde para Zaragoza, al nacional absoluto con muchas ganas de ver a buenos amigos, de comernos a todos los rivales y tomar unas cuantas rubias después...una familia extensa en toda regla. Voy sobrado de buena gente alrededor. Tanto amor.
El de Laurita, con nuestra rutina de guarde, parque y paseito por la Illa hasta la Rambla. El martes me acompañó a cortarme los pelos, relinda y retranquilita, el bueno de Ricardo, le infló un guante y le puso el curioso globito atado el carrito. Consciente de gozar sus 13 meses con intensidad, todo lo que pueda, con pasión y enseñándole como zío Salvatore a Brunettino. También me entiende.
Ayer ví el fúbol en casa de la tata Eva, me lo pasé mucho mejor con Aina que con el partido... -encima mío y riéndonos con ganas-, revolcados en el suelo para celebrar el primer gol de Eto'o (tiene una foto con él en un avión), y su papá salió tres veces por la tele...una en las noticias de A3 desde el aeropuerto y dos más en el Olímpico romano...la camiseta fosforita ayudo bastante...;-)
Ayer noche, abandoné la novela, y recité un largo poema al viento, como siempre, los más bellos, -los más ciertos- son los que no escribo, y se quedan colgados de algún mágico lugar que sueña con manos y besos constantes, y ojos que lo dicen todo. En ese amor sin ningún reproche y sin final. Cuanto amor. Viva la vida. Larga vida.