jueves, 25 de octubre de 2012

No se deja de ser poeta



A veces la vida se convierte en poesía. Los versos se esconden en los días y en cada respiración. Las palabras no encuentran el camino al que si atinan los pasos, las manos, las sonrisas y -especialmente- las miradas. No se deja de ser poeta por no escribirlas.

Se deja de ser poeta al no sentirlas. A las personas como yo, parece que la calma y la felicidad nos dejan sin tinta. Ahora escribir sobre la soledad pierde su viejo sentido. Me quedo embobado con la vida. Con la de ahora, y - especialmente- con la que me espera esta tarde en una estación de trenes.

Los sentimientos se despojan del lastre de tener que bautizarlos. Me dejo ir en ellos no siempre en modo consciente. Ahora tus manos se convierten en renglones y tus besos acallan.

El poeta no deja de ser poeta. Aunque sea poeta enamorado.