lunes, 28 de septiembre de 2009

Rituales


"El aire se respira
huele a tierra mojada
mi perro duerme a mis pies
el cuida de mi hogar
el tiempo se para aquí
mi amor está a punto de llegar
el tiempo se para aquí
aquí encuentro la paz
las curvas de la carretera
me invitan a viajar..."
Me enseñará
Telarañas pa' fuera
Bebe

Echar de menos. Siempre me encantó esa expresión. Esa melancolía bendita, la que no duele; te va adormeciendo, dulcemente, como una mano tierna en el pelo.

Suena Marvin Gaye, sexual healing. Huele a incienso de romero. La boca me sabe a tercer vaso de rubia. La mano derecha echa en falta un cigarro. El alma baila un slowly.

Construí algo invisible para sentirlo. Puse mucho de mi parte, para vivir así, para poder respirar.

Subo montañas, atravieso valles, cruzo ríos y huelo los pinos. Me adelanto o quedo atrás, callo en el silencio del camino. El frío de la cima. Reencuentros y risas con amigos. Invoco al sol y aparece. Las montañas vuelan para que los pies corran.

Malheridas costumbres, como la de no llamarte y pensar en tí. Me tiré de cabeza al silencio. Vivo en él, sin ropa ni trampas.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Última hora

Vengo del silencio. Antes, recién, del sueño. El café, un poco más largo, aún abrasa la lengua.

Vengo del sol y al sol voy. Que gusto da robar versos a Martí. A veces me siento ladrón sin guante. Vampiro. Se acaba el café. Mis pies no están recorriendo valles, como deberían. Una llamada a medianoche tiene la culpa. Cambio de planes, empiezo el lunes. Parece que a la gente le hace feliz. Creo que a mi también, aunque con menos euforia.

Tiempo de cambios, al fín. A caballo entre el compromiso y la obligación. Volver a respirar. Correr. Meditar. Más que cambios son decisiones.

Sensaciones que cada día calan un poco más hondo, hablando de huesos, de raíz. Soledad costumbre y fidelidad. Ansiada coherencia. Necesaria calma.

Gozar con la novela entre manos, La importancia de las cosas, de Marta Rivera, y poner energía de nuevo en la mía. Personaje.

Enviar tarde un sms. No llamar. Invitar sin que me invites. Sin esperas, al viento, me lleva a una cala temporalmente desierta, rotundamente solo. A las últimas calas de un largo, redondo y luminoso, verano. Que se resiste a acabarse.