domingo, 2 de noviembre de 2008

Aprender que tus ojos son azul y no el cielo

El segundo más puro
sucio espejo casi bello
ignora todas las estrellas
cuando con tus ojos sueña

Eterno agradecimiento
a la hermosura superior
que me regaló contemplarte

Aprender que tus ojos son azul
y no el cielo

Que no inventó destino
ningún color sino el oro
ni piel tan fuerte
ni tan riachuela

que sin tiempo infértil poro
no inundé en sudor
de lazos muertos presentes
tan profundos como frágiles
en ilusión y risa

Hoy quiero enterrar compasivo
al asesino orgullo
dique de cascada futura en alegría
sonora primavera pasada
que arrodilla sumisa
recuerdo que impide
(que impidió)

seguir abriendo
aquel regalo de pureza encarnada
esbelta de cuerpo inquieto...

que engreído fervor
sabe que recuerdas
sabio despecho conoce equívoco

inrrecorrido camino
sabe que volveré a pisar

11/4/1997

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