domingo, 18 de enero de 2009

Estos silencios que no abarcan

Vuelven las palabras de un silencio universal que ansía ecos. Las mismas descrifradas a solas perdidas en compañía. Por qué costará tanto.

Sueño más silencios. Funcionan sin telones para públicos atentos.

Se consumen exáctamente igual que todos los cigarrillos que fumé.

El capitán de la nave regresa al silencio de colores apagados y dulcemente tenues. Al son de la mejor música y las mejores voces, envueltos en serenas sensaciones que a esas horas son hogar de poetas modernos y tristes. No cuestan los regresos. No mojan. No duelen. Intactos.

Entra el aire fugaz por la nariz y sale como un suspiro, potente, sonoro, enganchado bien adentro.


Se me va la cabeza al amor. No se por qué. Se encuentra cómoda en su butaca preferida y ajada. Respiro, cierro los ojos muy lento, esa mueca tan mía.


Momento de vida automática. Ganas vagas de una primera novela. Muchos títulos ya y ningún renglón. Toda la vida creyendo.


Otra cerveza. Otro cigarro. Otra nada. Otros sin planes para ahora. Para mañana. Mucho rodaje y muchos tiros. Levedad. Borro el color del pelo de una mujer.


Sabor a Brasil y a familia. Danza del vientre entre humus, kafta, farafel, pimentón y te a la menta. La sonrisa y el deseo de una bailarina catalana. Una invitación para el forum de Natale rodeado de prolíficos y lúcidos escritores en un barco. Una resignada y real declinación. Gràcies Tete.


Pita el outlook y no eres tú. Sin zankaras. Sin deseo. Sin desdicha y sin colores.


Siento que voy llegando a algún lugar. Aventurarse. 3 años en Brasil. O algo parecido. Una bala esperándome en alguna selva.


La visión de aquella playa y de un varón de ojos negros volando una cometa. Tu sonrisa llamando y tus ojos felices. La ausencia de mi padre y su presencia en otro padre. Miradas al cielo en tu honor. Agradecimiento por tanto, por todo. Atardece sin rojo al oeste y la luna baja. Contemplarlo. Quedarse a vivir.

Una vida al arrullo. Una vida silenciosa. En nuestro mundo. El otro sigue ahí, en el mismo sitio de siempre, dónde lo dejamos.

Sin palabras, sin música artificial, sin poesía. Nada abarca.

Escoger un olor para meterlo en visiones. Un ritual medicina. Una canción a punto de romper.

Otros lenguajes certeros como mares sin hombres.

2 comentarios:

Unknown dijo...

me parece que el trovador se cansó de la rutina y la monotonía y siente otra vez ese deseo de volar........
que puedas concretar esos deseos profundos!!!!!!

un abrazo enormeeeeeeeeeeee y no te olvides de la Argentina en tu vuelo.......

trovador errante dijo...

No me cansé. La sigo adorando, no queda otra. Hay días que cuesta más. Volar...me quedo con vivir, aunque a veces pese.

No me olvido Adri.

Un abrazo