martes, 23 de junio de 2009

23

Debería tatuarme ese número.
En la espalda, justo detrás del corazón.
Me levanto de la cama a las 23:23. Te llamé desde la misma cala en la que nos volvimos a besar. Ahora ya podría evitar abalanzarme sobre tí. Aquel viernes de aquel Mayo vale una vida.
El primer beso en África. Del último no me acuerdo.
Un curso en la distancia que separa Bruselas de Barcelona. Una novia lejana de coartada a la que jamás quise.
Quizás no haya pasado un solo día 23 en el que no haya pensado en tí. Quizás lo siga pensando siempre, por qué no.
Por todo lo que nos dimos, en forma de carne, sin recurrir a la palabra volver. Nadie me ha vuelto a comer así de bien. Imagino -espero y deseo- que a tí tampoco.
Como añoro todo eso que vino después. Esa forma de bailar en la cama sin contar los pasos.
Mis duelos son largos, eternos, aunque aprendí a olvidar casi todo.
Afuera los niños corretean y tiran petardos. Empieza la orquesta en el barrio.
Adentro una forma refinadamente puta de soledad.
Y una novela abandonada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

amigo trovador!!!

recuerdos...nostalgia..soledad...cuántas cosas juntas!!!!

planea para el próximo 23 algo realmente lindo, que disfrutes...así este día será el que quede grabado en tu memoria..

besitossssssssssss

Unknown dijo...

me recordaste a 2046

saludos, hermano!

Mara Pastor dijo...

gracias por tus visitas. es hermoso conjurar las comidas. del beso en áfrica a brincarle encima en un bar. obvio!