domingo, 9 de noviembre de 2008

Sábados noche

En la misma copa inapropiada de ayer, en los mismos brindis, me sirvo el resto del brut real. Hoy no celebro nada. No tengo ganas de cotidianedad. Os dejé en el piso de abajo la poesía que ayer mencionaba. Mantuve su título original que pretendió y pretende prescinbilidad, como nosotros.

La poesía no recibe comentarios. Las profecías siempre cuestan más. Quizás seré poeta cuando sean anuncios. Quizás los sean ya algunas. En alguna por ahí escribí y los profetas callan borrachos cambiando boca por oreja.

Ahora el silencio dice cosas tristes, se animó a hablar. Y Silvio -que sigue sonando- no tiene la culpa, mea culpa. Os dejé en "la canción del día" Canción de Navidad. Fue mi canción elegida para una fiesta que nunca llegó. Para una guitarrista que tampoco llegó.

Me seducen terriblemente las mujeres que tocan la guitarra y las que andan en bicicleta. Y las piernas enfundadas en pantalones tejanos con botas altas. Los vestidos blancos de verano solo con piel debajo. Y los andares de la garota de Ipanema, y de las cubanas -por allá todas las mujeres no se olvidaron de caminar como mujer-, hipnóticas en ese erótico baibén, en esas divinas nalgas en las que mis pupilas se clavan y mis manos no alcanzan.

Aún recuerdo las de Salomé por el malecón. Aún no se si el acierto. Aún recuerdo mirar a tan bella criatura mientras dormía. Y te miraba y bailabas...esa mirada sutil provocaba tanto calor. No te me vas de la cabeza, de todas las cabezas.

Y vuelve la necesidad de repasarme dónde estoy. Lo dijo el cubano mientras pensaba en Cuba.

El calor. El frío sin frío. Sonia, encajada, de pie, de nuevo mojados, en el vestuario. Hacer el amor de pie y acabarlo de rodillas. Me tengo que desnudar, me aprieta la ropa.

Me la quito toda. Que poco apetece meterse solo en la cama. Para eso solo hay el amor.

Pedacito de papel al viento...

Para que no se me olvide la letra, voy a anotarla en tu piel
Se que jamás perderé esa libreta, se que la conservaré.
Pero despacio, no eres común
luego será más lento...
aún
una palabra
otra después
hasta que aprenda
lo que no se

Letra de piel
Silvio Rodriguez Domínguez


Como tiernas babosas
de la campiña
ella y él se enrroscaron
humedamente...
humedamente.

Y el dejó de ser hombre
como ella niña
para ser uno solo
completamente...
completamente.

Desde todos los puntos
que los juntaban
se saborearon tanto
y con tal delicia
que las horas de vida
que les quedaban
decidieron pasarlas
en la caricia...

A menos de un supiro
del tibio abrazo
el resto de la historia
se debatía
en otomos
galaxias
y otros acasos
que encontraron certeza
justo aquel día
que encontraron certeza
justo aquel día.

Y se hicieron leyenda
los dos amantes
enrroscados eterna
y humedamente...
y humedamente.

Nada pudo tocarlos
detrás de guante
solo pueden saberlo
los igualmente...
los igualmente...
los igualmente.

Leyenda de los dos amantes
Silvio Rodriguez Domínguez










4 comentarios:

Gabriella dijo...

Silvio... grande Silvio...

trovador errante dijo...

El más grande.

Su obra, mucha gente mezcla persona y obra... pero los poemas, la guitarra y la voz ahí estarán por siempre, a mi me iluminaron y lo siguen haciendo.

Gabriella dijo...

Comencé a escribir a mis 12 años, gracias a que me presentaron a Silvio... Su música está presente desde entonces en mi vida.

trovador errante dijo...

Y en la mía, casi nunca me canso de escucharlo, a veces, intensamente.

Sigue gastando papeles Dama